¿Faltará gas en el invierno? Un panorama complicado para el sector
La falta de un nuevo gasoducto para transportar la producción de gas de Vaca Muerta, las complicaciones en las negociaciones para importar desde Bolivia y el aumento del precio del GNL por la guerra en Ucrania resulta un combo peligroso para la Argentina.
Se está formando una tormenta perfecta en el sector energético de la Argentina que el gobierno tendrá que intentar desactivar, como pueda. Las consecuencias podrían implicar cortes de gas, faltante de combustibles (por ejemplo, gasoil) y problemas en la generación eléctrica que demandarán millones y millones de dólares. El núcleo de la tempestad que se aproxima es el gas natural, que involucra nada más y nada menos que el 60 por ciento de la matriz energética primaria del país. Si esta tormenta avanza, tendrá un impacto en las industrias. El desafío de la Casa Rosada, el Ministerio de Economía y la Secretaría de Energía, como principales actores en cuestión, es gestionarla de la mejor forma posible para reducir al máximo los daños en la economía. El actual escenario del gas natural se convirtió en una amenaza concreta y cercana al crecimiento económico, el principal objetivo -dejando de lado la salud y la pandemia- que se planteó el gobierno, en paralelo al acuerdo con al Fondo Monetario Internacional (FMI).
La Argentina depende fuertemente del gas natural para abastecer a los hogares, la industria y la generación eléctrica. La tormenta perfecta para el próximo invierno en el escenario del gas está compuesta por tres condicionantes: la falta de un nuevo gasoducto troncal para evacuar la producción creciente desde Vaca Muerta; serias complicaciones en la negociación con Bolivia para continuar las importaciones; y, por último, la disparada del precio del Gas Natural Licuado (GNL) provocada por la guerra en Ucrania.
La producción local no alcanza
Todo el gas que se produce localmente no alcanza para abastecer el pico de consumo que hay durante los meses del invierno en la Argentina. Ni con Vaca Muerta a buen ritmo, como está en estos momentos, porque no hay gasoductos disponibles que transporten el fluido desde Neuquén a los grandes centros de consumo. Por este motivo, el país tiene que traer gas desde Bolivia e importar cargamentos de GNL para abastecer la demanda y no tener que recurrir a cortes de suministro. El problema llega entre mayo y agosto, cuando la demanda crece, sobre todo la residencial. En invierno, la producción local cubre el 73 por ciento (85 el resto del año), mientras que el GNL importado cubre un 18 por ciento y el gas boliviano un nueve.
Ahora, este esquema que conjuga producción local, gas de Bolivia y GNL está totalmente amenazado porque la producción local está topeada por falta de gasoductos, la producción de gas de Bolivia está en declive y el país vecino dice que no puede asegurar los volúmenes que enviaba antes y el precio del GNL se fue por las nubes, justo cuando el gobierno le prometió al FMI bajar los subsidios energéticos.
En diálogo con APERTURA, Juan José Carbajales, director del Posgrado en Energía y Sostenibilidad de la Facultad de Derecho de la UBA, abogado y ex subsecretario de Hidrocarburos de la Nación, señaló que «hay probabilidades de tener que recurrir a restricciones de gas en el invierno, aunque todavía no lo sabemos bien. El gobierno está tratando de gastar lo menos posible en un panorama perjudicial para la Argentina». Y añadió que «para gestionar la crisis y los faltante de gas se necesita capital político y mucha articulación con la industria para programar cortes lo más acotados posibles para que no afecte la producción. Esto depende de la pericia del gobierno. El país cuenta con cuadros profesionales y técnicos».
GNL y Ucrania
El conflicto entre Rusia y Ucrania impactó en los precios internacionales de los alimentos y la energía, como el GNL, que se triplicó desde que se desató la guerra y alcanzó picos históricos. Europa, que tiene una gran dependencia del gas ruso, está pagando precios elevadísimos por los cargamentos de GNL enviados desde los Estados Unidos y Medio Oriente, que provoca fuertes aumentos de precios de las tarifas y en los índices de inflación del viejo continente. En los primeros días de la invasión de Rusia sobre Ucrania el GNL llegó a valer más de US$ 65 por millón de BTU (US$/MMBTU). Luego el precio se ubicó entre 35 y 40 US$/MMBTU.
En 2020, la Argentina importó GNL para cubrir la demanda invernal a 4,5 US$/MMBTU y en 2021, en un contexto de inflación mundial, pagó 8,3 US$/MMBTU, menos de la mitad de los 3,5 US$/MMBTU que se les paga a las petroleras la producción local de gas mediante el Plan GasAr. Hoy, el precio del GNL depende de cómo se desarrolla la guerra en el este europeo y cuántos cargamentos demande Europa.
Esto es una pésima noticia para la Argentina, que necesita gastar menos en subsidios energéticos, ya que eso fue lo que el gobierno acordó (y refrendó el Congreso Nacional) con el FMI. Los números son realmente impactantes. Según la consultora Economía & Energía, que dirige Nicolás Arceo, este año el gobierno necesitará entre US$ 3200 y 4800 millones adicionales para afrontar la escalada récord del precio del GNL. Significa que este año el país podría llegar a necesitar más de US$ 15.000 millones solamente en subsidios energéticos. Se estima que en 2021 esa cifra fue de alrededor de US$ 10.900 millones.
Carbajales destacó que «la ventaja que tenía la Argentina era la contraestacionalidad con Europa. Cuando ellos dejaban de comprar GNL, empezábamos a comprar nosotros. La excepcionalidad de este año es que Europa está comprando GNL para almacenar porque se quedaron sin stock. La salida de la pandemia y la caída de la producción a nivel internacional por la agenda ambiental hicieron que depletaran (vaciaran) los almacenamientos y ahora Europa quieren llenarlos de nuevo. Esto generó una competencia que no era habitual para la Argentina. Es una incógnita cómo van a reaccionar los mercados de GNL y de gasoil. Ieasa (ex Enarsa) todavía no compró los cargamentos necesarios (se calcula que se necesita entre 60 y 70 barcos). Ahora está saliendo a adquirir los buques para mayo y principios de junio. Lo mismo ocurre con Cammesa y el gasoil. Todavía se desconoce el resultado y cuál será la decisión política del gobierno sobre los precios a validar».
Además, Carbajales subrayó que «los US$ 15.000 millones tienen que estar vía exportaciones o reducción de gastos. En el marco del acuerdo con el FMI, los requerimientos de reducción del déficit en materia energética hoy parecen una quimera. Tendríamos que ir hacia un incremento de tarifas que no son tolerables por la sociedad. Creo que el gobierno está en un atolladero porque el precio internacional no lo maneja y está corto en disponibilidad de divisas. Es un verdadero desafío».
Gas de Bolivia
Otro punto importante de la tormenta perfecta es que la Argentina está negociando una nueva adenda (la sexta) del contrato de gas original con Bolivia, suscripto en 2006. Al cierre de esta edición, todavía ambos países no habían llegado a ningún acuerdo sobre los volúmenes a enviar ni el precio final. Hasta febrero, esta negociación iba por carriles normales, con la excepción de que Bolivia viene sufriendo un declino en su producción. Esto lo ponía en una posición de debilidad frente a la Argentina. Pero la subida del precio del gas natural a nivel internacional registrada a inicios de año por la baja en los casos de Covid-19 en el mundo complicó el diálogo porque el gobierno de Luis Arce comenzó a pretender, lógicamente, un mayor precio.
A principios de febrero, ambos países acordaron un cuarto intermedio. Pero, para perjuicio del país, se desató la guerra en Ucrania que provocó un giro de 180 grados en las negociaciones. Ahora, es la Argentina la que se encuentra en una posición de debilidad frente a Bolivia. El gobierno de Alberto Fernández quiere que Bolivia despache un volumen mayor que los 14 millones de metros cúbicos diarios (MMm3/d) que envió en 2021 y por el cual la Argentina pagó 7,4 US$/MMBTU. Y el país del altiplano quiere un precio mayor. El acuerdo con Bolivia es clave para la Argentina porque todos los metros cúbicos de gas natural que no se importen de ese país tendrán que reemplazarse por GNL, que es mucho más caro y hay escasez mundial.
Gasoducto NK: demoras y apuros
No poder transportar el gas desde Vaca Muerta es el tercer componente de la tormenta que se avecina. Los gasoductos existentes desde Neuquén hasta los centros de consumo del centro del país están con su capacidad completa desde el año pasado. Para el 2022 no habrá un nuevo gasoducto para evacuar la producción creciente de Vaca Muerta. Recién, con suerte, estará operativo para el invierno de 2023. El nuevo ducto unirá las localidades de Tratallen (Neuquén) con Saliquelló (Buenos Aires).
Es una necesidad de la industria desde hace mucho tiempo y el tema atravesó distintos gobiernos. Recién ahora, con demora, la Secretaría de Energía lanzó la licitación para la primera etapa del nuevo gasoducto, que permitirá sumar 11 MMm3/d para el invierno de 2023 y un total de 22 MMm3/d para 2024. Pero ahora no está y el país lo va a sentir en los próximos meses de frío.
Alternativas para este invierno
El exfuncionario y analista del sector describió algunas alternativas con las que contaría la Argentina para afrontar la tormenta. «Dejando a un lado la necesidad de la ampliación del gasoducto, la alternativa que tiene el país es interactuar con los países vecinos para lograr una sinergia en gas y electricidad. Se puede hacer un switch para ver cómo da la cuenta entre importar electricidad y líquidos (combustibles). También, explorar algún adicional de la cuenca Austral y la del Golfo de San Jorge, porque ahí no hay restricción de transporte. Además, hay que ver qué pasará con la negociación con Bolivia y otras alternativas cómo gestionar los embalses del Comahue para guardar agua para el invierno. La Secretaría de Energía tendrá que hacer un balance fino entre todas las opciones (para no realizar o acotar los cortes). En realidad, se trata de paliativos que no van a impedir que el país tenga que importar GNL y líquidos. Esto implica estar sometidos al frente externo de altísimos precios y de probable escasez».
Qué escenario están viendo las productoras
APERTURA dialogó con dos importantes compañías productoras de gas de la Argentina que analizaron la coyuntura y lo que esperan para este invierno. Además, aportaron su mirada sobre el futuro del gas natural en el país. Tecpetrol, la petrolera del grupo Techint, produce desde el área Fortín de Piedra en Vaca Muerta y planea inyectar más de 20 MMm3/d este invierno. Pluspetrol se prepara para expandir la producción en La Calera, un bloque de gas en Vaca Muerta que tiene mucho potencial y que la compañía espera duplicar los pozos y alcanzar los 10 MMm3/d para 2023.
Ricardo Ferreiro, director General de Desarrollo de Negocios, Gas & Power y Comercial de Tecpetrol, remarcó que «con las señales y condiciones adecuadas (previsibilidad, contractualización de la demanda local a un precio que remunere fuertes inversiones en infraestructura, acceso a exportaciones, entre otros factores), la Argentina tiene en Vaca Muerta gas ‘infinito’ y a un costo razonable y competitivo para el mercado local, con volúmenes muy relevantes para la exportación regional y global». Y agregó que «en el caso de Tecpetrol, las instalaciones de Fortín de Piedra están a plena capacidad, con un potencial de 20,5 MMm3/d de gas para este año».
Sobre el contexto internacional, Ferreiro destacó que «la invasión de Rusia a Ucrania le agrega mayor urgencia al desarrollo de las ampliaciones del gasoducto, que es condición necesaria para poder aumentar la producción y reemplazar importaciones. Pero ahora que los precios de la energía se están disparando y la disponibilidad del GNL es cada vez más escasa en el mundo aún a muy altos precios, el impacto es significativamente mayor. La Argentina puede y debe jugar un rol relevante en el mundo energético a nivel local, regional y global, y en estas circunstancias tiene la responsabilidad de hacerlo».
En lo que respecta a la producción local, el ejecutivo de Tecpetrol indicó que «está garantizado para este año completar la capacidad de transporte existente por parte de los productores. La falta o no de gas dependerá de la disponibilidad del mercado internacional de suministro de GNL para los barcos que tiene que importar la Argentina durante el invierno».
Desde Pluspetrol indicaron que «en los próximos años se dará un salto en el desarrollo gasífero de Vaca Muerta. A nivel productivo tenemos potencial para pensar en llegar a suplir las importaciones que se dan en la época invernal con gas nacional. Pero nada de esto vemos que se pueda plasmar en la realidad si no logramos ampliar el sistema de evacuación de gas; es fundamental que la infraestructura se adecúe a esta nueva realidad».
«En el sector, hace tiempo se viene discutiendo la necesidad de contar con una visión de largo plazo y reglas claras proinversión. Asimismo, ya se hizo evidente la necesidad de infraestructura crítica para abastecer la demanda nacional, especialmente durante el pico invernal, y, eventualmente, la exportación de hidrocarburos.»
Los planes de las compañías
Ferreiro aportó la visión que tienen desde Tecpetrol sobre los planes en el mediano y largo plazo: «Para el 2022 no habrá ampliación de la capacidad de transporte, pero ya se lanzó la licitación para la primera etapa del nuevo gasoducto. Es importante resaltar que la mayor producción de gas requiere también otras inversiones relevantes en infraestructura por parte de las operadoras (plantas de separación y tratamiento, gasoductos de recolección e interconexión, entre otras cosas), para esto se necesitan señales adecuadas de volumen y precio que permitan encarar con anticipación estas inversiones, particularmente en un mundo donde el mercado de provisión de materiales, equipos y logística está desbordado».
En tanto, desde Pluspetrol señalaron que «estamos viviendo un contexto sumamente complejo, cambiante y de difícil definición producto tanto de la pandemia, como de la guerra en Ucrania. Todas las consecuencias a nivel mundial, en los mercados y en el suministro energético en particular, hacen muy difícil poder estimar un escenario futuro. Sin embargo, satisfacer las necesidades energéticas se volvió esencial. En la Argentina es urgente que se articulen medidas para apuntalar el desafío que el déficit de infraestructura nos presenta, que normalmente están relacionadas con reglas claras que incentiven la inversión y desarrollo».
Por Roberto Bellato
El Cronista